martes, 3 de noviembre de 2009

Historias del Arguiñano Polaco

Hola a todos:

No se porque extraña razón, cuando los españoles estamos en el extranjero nos empeñamos en comer de vez en cuando lo mismo que en España. Somos cabezones, y con los pocos medios que tenemos lo intentamos, y normalmente, suelen ocurrir desastres. Aquí van dos historias: la paella y la tortilla española.

Domingo de paella

Estoy en la habitación durmiendo y oigo mucho ruido, mucho movimiento tan pronto para ser un domingo a las 2 de la tarde. Resulta que a David y Silvia se les ha ocurrido que podemos hacer una paella al aire libre. Todos pensamos: que guay! Nos vestimos rápidamente y cuando estamos esperándonos los unos a los otros se asoma por la ventana un chico y nos dice en español que si se puede venir con nosotros y que tiene una botella de vino. Resulta ser un Holandés de madre española que esta con un grupo de danzas aquí, una historia un poco rara, si. Uno más, nos dirigimos todos hacia el lugar elegido con un frío del carajo, el termómetro ya marcaba -1º.

Llegamos sobre las 4 de la tarde cargados de palos y allí ya estaban Silvia y David con un pequeño fuego. Lo primero, como todos sabréis, es calentar aceite y echar el pollo. Y así fue, pero el aceite estaba tan caliente y el pollo congelado que no se que extraña reacción química tendría lugar que la paellera se prendió fuego. A alguno se le ocurrió echar agua, menos mal que los demás le quitamos esa idea de la cabeza enseguida.

Y así, el pollo poco a poco se fue haciendo, pero era tal el hambre que teníamos (debían ser las 5 de la tarde ya, completamente de noche y seguramente con -3º) que nos comimos todo el pollo sin arroz. Luego en el caldo echamos el arroz, pero con tan poco fuego que no había manera. Menos mal que a Saul se le ocurrió que podíamos usar la botella de aceite para avivar el fuego, gran idea. Total, terminamos comiendo el arroz sobre las 7 y media de la tarde, helados de frío. Pero sabéis lo mejor de todo: estaba bastante buena, de hecho no quedo nada de nada.

Y así acabo nuestro día de campo y playa en Polonia.



Martes de tortilla

Pues eran las 5 y media de la tarde y me dio por pensar: le he dicho a mis amigos de los rallyes que voy a hacerles tortilla de patata y creo que será mejor probar antes si realmente se hacerla. Todo estudiante sabe que cuando quiere hacer una prueba en la cocina tiene que hablar antes con su madre, y así lo hice, tras unos breves consejos comencé a pelar patatas.
Mi madre mi había dicho que hay que llenar la sartén de patatas, y yo me lo tome al pie de la letra. El problema es que mi sartén creo que es el doble de grande que la de ella. Pero no importa, que mejor que una gran tortilla, te ahorras dos días de cocinar. Una vez tenía peladas las patatas partí la cebolla, un poquito de sal y a la sartén.
Todo iba perfecto, estaba emocionado con la tortilla, pero llego el momento más temido, darle la vuelta. La sartén pesaba tanto que pedí ayuda a Paolo, un portugués es compañero de la residencia. Le dio la vuelta increíblemente bien, pero el problema fue que la sartén que usamos para darle la vuelta estaba muy vieja y la tortilla se pego. Y el resultado lo podéis ver en la foto.

Aunque el aspecto no sea muy bueno esta increíble: ayer cene tortilla, cuando llegue de fiesta comí un pincho de tortilla, hoy desayune, comí y cene tortilla, y aún queda.
El viernes voy a hacer otra, a ver si sale mejor.
Un saludo!
Pd: se me olvidaba el chiste malo de todo cocinero, emulando al gran Arguiñano.
¿Que hace una gamba en la guerra?
La gamberraaa, jejeje

1 comentario:

  1. Aquí yo creo que falta el final de la historia de la segunda tortilla...

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